DF - Familia Jerza - Capítulo 1

El mundo está habitado por distintos tipos de personas, con características tan diferentes cómo apropiadas. Eso es lo que hace al mundo tan interesante y atractivo. No es necesario ser delgado, alegre, divertido, simpático para encajar en algún lugar. Solo hace falta ser, existir, y seguramente habrá un lugar en alguna parte para nosotros.

Yo encontré mi lugar aquí, en Willow Creek, aunque podría haber sido en cualquier otro lugar, lo único que necesitaba era estar cerca de mi gran amigo Oscar. Mi fiel compañero de aventuras desde que tengo uso de razón. Vivíamos en Sunset Valley, nuestros padres eran buenos amigos y en consecuencia nosotros terminamos convirtiéndonos casi que en hermanos. Siempre me cuidaba como si fuera su hermana menor y a mi me gustaba el hecho de que estuviera siempre a mi lado, por lo que desarrolle un cariño especial por él.

Era tal el apego que siempre estaba tras sus pasos y terminé por enamorarme locamente. Cuando sus padres tomaron la decisión de mudarse sentí que mi mundo se caía a pedazos. No sabía si sería capaz de soportar la distancia y la soledad. Oscar era mi único amigo, mi complexión física siempre hacía que l@s chic@s se burlaran de mi y me pusieran motes hirientes, por lo que terminé aislándome de todos y aferrándome a ese amor platónico que sentía por él.

Me quedé muy sola, muy triste y me perdí del mundo, me encerré en aquello que me hacia olvidar lo malo y poco a poco fui tomando gusto por el aire libre. La paz y la tranquilidad que se respiran mientras observas el reflejo del sol o la luna, en el agua, me hacían sentir una extraña satisfacción, que se completó cuando descubrí lo divertido que era pescar e intentar capturar los mejores peces, los más raros, los más grandes. Al final decidí que quería convertirme en un As del anzuelo, enfrentarme a otros en locas competencias de pesca y disfrutar de los manjares que el mundo acuático nos ofrecía.

Fue así como llegué a Willow Creek y me reencontré con Oscar, más maduro, más centrado, más serio, más a mi alcance. Volvimos a retomar nuestra amistad, aunque ahora era diferente, ya no era la pequeña niña asustadiza, aunque si melancólica, que él había conocido. Podía ser torpe, quizá con pocas habilidades sociales, pero tenía metas a futuro, ideas claras de lo que quería y creo que todo eso hizo que el me mirara de otra forma. Pasábamos mucho tiempo juntos, en ocasiones nuestras miradas se cruzaban y el tiempo se detenía por un momento.

A veces los roces eran tentadores, tenía ganas de decirle lo que en verdad había sentido por él toda la vida. Pero no tenía el valor, ni la seguridad para hacerlo. Poco a poco fui comprendiendo que, aunque quizá era posible, no habíamos nacido para concretar ese amor, si es que acaso el me amaba de la misma forma.

Dejándome arrastrar por sus locuras terminé en extrañas fiestas llenas de exóticas personas. Allí lo veía relacionarse con diversidad de chicas que coqueteaban con él descaradamente. Sentía que de pronto me hacía pequeña, tanto que a veces parecía que iba a desaparecer. Cada vez, confirmaba más que tenía que rendirme, que alejarme si quería ser feliz.

Nunca me atreví a decirle nada, solo me alejé un poco para poder pensar. Pensar en mí, en mi vida, y entendí que tenía que cambiar. No podía seguir dependiendo de su cariño y compañía para siempre. Fue cuando decidí crear mi club “Amantes de la pesca”. Conocía varias páginas que promovían la formación de clubes, así que llené un formulario y enseguida tuve respuesta positiva de varios interesados. Solo podían participar del club aquellos amantes del aire libre, que tuvieran nociones básicas de pesca.

Enseguida congeniamos y nos reuníamos siempre que podíamos. Moira y Saya vivían en Willow Creek así que era sencillo encontrarse. El que quedaba un poco descolgado era Naoki quien vivía en Granite Falls, por lo que si bien participaba de las reuniones lo hacía a distancia. Todos salíamos a pescar a la misma hora y con la ayuda de los altavoces del celular, Naoki participaba de nuestras enrolladas conversaciones, a veces Oscar se nos unía y pasábamos ratos agradables todos juntos. Poco a poco mi mundo se expandía y con él mis posibilidades.


No hay comentarios:

Publicar un comentario